Nuestros cámaras se sumergieron, sin la protección de jaulas de acero, en las frías aguas del Cabo, en la costa de Sudáfrica –hogar de muchos depredadores de humanos, incluyendo al gran tiburón blanco. Solamente poniéndose de cebo, nuestros submarinistas descubrieron la verdadera naturaleza y las costumbres alimenticias de estos monstruos de las profundidades.